lunes, 8 de octubre de 2007

¡Ay, Pueblo!

Pintura de Francisco Bonnin


¡Ay, pueblo, cómo te extraño! Mi mente vuelve una y otra vez a recorrer tus calles limpias y blancas, a bajar y subir escalones que ya no existen, a pasear la mirada por las palmeras o siguiendo, por el cielo, los arabescos de una bandada de palomas. Tu Paseo tiene una senda indeleble hecha con las huellas de mis pies menudos de niña ilusionada.

Cómo añoro sentir el perfume de las rosas, de las damas de noche, o el olor de los naranjos entre mis dedos, colándose por mis fosas nasales... A veces es tan intenso este sentimiento que duele.

Cómo pienso en tus noches calurosas, las gentes sentadas a la puerta de sus casas o en los patios. Tus mañanas luminosas, apacibles, con olor a pan caliente y a churros. Tus montes protectores y fecundos. Tus cielos de verano, esplendorosos, lloviendo estrellas sobre nosotros.

Mis pasos, en sueños, se pierden cada mañana por las plazuelas donde un día jugué llena de felicidad y se encuentran al atardecer, recorriendo despacio tus olivares.

Las campanas de la iglesia me siguen despertando al amanecer y los gallos me llaman a la vida, como antaño. Como siempre.

¡Ay, pueblo!, que recordar dicen que es volver a vivir, y aunque yo vivo en ese recuerdo, cómo no deplorar el paso del tiempo que me alejó de montes, palmeras, naranjos, olivares y de tus calles tranquilas.

Mi espíritu sigue vagando, pueblo, día a día, por tus esquinas...


María del Carmen Polo

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1 comentarios:

A las 9 de enero de 2008, 20:49 , Blogger angela ha dicho...

Se nota que añoras a tu pueblo... Es casi una poesía...y no comparto la teoría que anda por ahí que sólo se añora cuando se envejece... Se añora cuando se vive intensamente la vida.. Un beso

 

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